Siempre me han gustado las dinámicas de la comunicación. Me intriga mucho ver cómo se conectan las personas a través de un intercambio de ideas, que se comparten, o se refutan; se estiran o se encojen; se ensalzan o se doblegan. Todo como en una dinámica similar al del juego de ping-pong.
Me fascina ver a las personas que están a lo lejos, donde sólo se puede ver cómo modulan, pero no se alcanza a oír las palabras. Imagino la gravedad o la simpleza de lo que están diciéndose, sólo a partir de sus gestos faciales. A veces, sólo me falta ver sus caras para tejer toda una historia en mi cabeza, para imaginarme su pasado, el por qué están allí sentados, si hay algún tipo de disgusto entre ellos; o, mejor aún, si están enamorados.
Un secreto deseo (que ya no es secreto, porque lo estoy revelando), es poderme sentar con esas personas de rasgos fascinantes (no necesariamente bellos, pero sí expresivos) y hacerles preguntas que los saquen de su contexto; que los hagan pensar en cosas que sólo han concebido mientras se duchan, o están en un trancón infernal, o en una noche de enervante insomnio.
Pero no serían preguntas al azar, o inventadas de manera caprichosa. Serían las que el escritor francés Marcel Proust popularizó, a partir de una idea original venía de un juego de salón inglés de finales del siglo XIX, que proponía una serie de preguntas rápidas y precisas, y las respuestas se anotaban en un cuaderno de "confesiones"-.
Con esta dinámica que le propondría a los desconocidos, utilizando a Proust como pretexto, quisiera confirmar una premisa que aprendí en la escuela de Periodismo: a todas las personas en el mundo les encanta hablar de sí mismas. Hasta las más tímidas o elocuentes tienen ese oculto deseo de ser escuchadas, de ser atendidas con atención, de sentirse protagonistas de su propia historia.
Créame que si pudiera estar frente a usted, querido lector, le propondría de inmediato una sesión de P&R à la Proust. Pero en vez de eso, voy a hacerle una atrevida invitación: yo voy a ser la entrevistada ante mi propio cuestionario de Proust. Sí: en este momento yo atenderé a las preguntas con atención, porque quiero que sea usted el que me empiece a conocer. Y a partir de eso, quiero abrir este blog como un canal de comunicación para poner mis ideas a su disposición.
*Encantada de conocerlo, Señor Prout*
Me fascina ver a las personas que están a lo lejos, donde sólo se puede ver cómo modulan, pero no se alcanza a oír las palabras. Imagino la gravedad o la simpleza de lo que están diciéndose, sólo a partir de sus gestos faciales. A veces, sólo me falta ver sus caras para tejer toda una historia en mi cabeza, para imaginarme su pasado, el por qué están allí sentados, si hay algún tipo de disgusto entre ellos; o, mejor aún, si están enamorados.
Un secreto deseo (que ya no es secreto, porque lo estoy revelando), es poderme sentar con esas personas de rasgos fascinantes (no necesariamente bellos, pero sí expresivos) y hacerles preguntas que los saquen de su contexto; que los hagan pensar en cosas que sólo han concebido mientras se duchan, o están en un trancón infernal, o en una noche de enervante insomnio.
Pero no serían preguntas al azar, o inventadas de manera caprichosa. Serían las que el escritor francés Marcel Proust popularizó, a partir de una idea original venía de un juego de salón inglés de finales del siglo XIX, que proponía una serie de preguntas rápidas y precisas, y las respuestas se anotaban en un cuaderno de "confesiones"-.
Marcel Proust (1871-1922). Fuente: Herder Editorial |
Con esta dinámica que le propondría a los desconocidos, utilizando a Proust como pretexto, quisiera confirmar una premisa que aprendí en la escuela de Periodismo: a todas las personas en el mundo les encanta hablar de sí mismas. Hasta las más tímidas o elocuentes tienen ese oculto deseo de ser escuchadas, de ser atendidas con atención, de sentirse protagonistas de su propia historia.
Créame que si pudiera estar frente a usted, querido lector, le propondría de inmediato una sesión de P&R à la Proust. Pero en vez de eso, voy a hacerle una atrevida invitación: yo voy a ser la entrevistada ante mi propio cuestionario de Proust. Sí: en este momento yo atenderé a las preguntas con atención, porque quiero que sea usted el que me empiece a conocer. Y a partir de eso, quiero abrir este blog como un canal de comunicación para poner mis ideas a su disposición.
*Encantada de conocerlo, Señor Prout*
1. ¿Principal rasgo de su carácter? La creatividad
2. ¿Qué cualidad aprecia más en un hombre? La generosidad
3. ¿Y en una mujer? El pragmatismo
4. ¿Qué espera de sus amigos? Respaldo
5. ¿Su principal defecto? El mal carácter
6. ¿Su ocupación favorita? La procrastinación
7. ¿Su ideal de felicidad? Encontrar el sentido de la vida
8. ¿Cuál sería su mayor desgracia? La enfermedad de quienes amo
9. ¿Qué le gustaría ser? Artista plástica
10.¿En qué país desearía vivir? Indonesia
11. ¿Su color favorito? Rojo
12. ¿La flor que más le gusta? La orquídea
13. ¿El pájaro que prefiere? La Mariamulata
14. ¿Sus autores favoritos en prosa? Héctor Abad Faciolince, Truman Capote
15. ¿Sus poetas? Mario Benedetti, Juan Felipe Robledo
16. ¿Un héroe de ficción? El Chapulín Colorado
17. ¿Una heroína? Elsa, de la película Frozen
18. ¿Su compositor favorito? Astor Piazzolla
19. ¿Su pintor preferido? Gustav Klimt
20. ¿Su héroe de la vida real? Cualquiera que se rebele ante cualquier tipo de violencia
21. ¿Su nombre favorito? El mío
22. ¿Qué hábito ajeno no soporta? La ingratitud
23. ¿Qué es lo que más detesta? El abuso de cualquier tipo
24. ¿Una figura histórica que le ponga mal cuerpo? Un ex presidente colombiano que no nombraré
25. ¿Un hecho de armas que admire? La campaña Libertadora
26. ¿Qué don de la naturaleza desearía poseer? El renacimiento
27. ¿Cómo le gustaría morir? De manera súbita, con toda tranquilidad
28. ¿Cuál es el estado más típico de su ánimo? Reflexivo
29. ¿Qué defectos le inspiran más indulgencia? La torpeza
30. ¿Tiene un lema? Lema y epitafio, de una vez: "Todo me combinó".
*****
¿Se anima a responder?
Estaría encantada de conocerla, Señora... O -mejor aún- de conocerlo, Señor...
Que maravillosa manera de iniciar un blog.Aplausosmiles
ResponderBorrarAnamar