Mientras escribo estas líneas, debe haber un sinnúmero de parejas que este fin de semana celebran una de las fechas más apetecidas en el calendario: el Día del Amor y la Amistad -que es, algo así, como un remedo del San Valentín gringo, pero a la usanza criolla. Con el impulso del comercio, se expande la venta de rosas tipo exportación, promociones de vino y chocolates, invitaciones a cenas, juguetes para el deseo; y, como no, una celebración íntima en una suite en un hotel de lujo -si es de los que puede gastar champaña y spa- o una suite en un motel con cama vibratoria en forma de corazón (eso me han contado, no me consta), espumante barato y jacuzzi incorporado. Todas las opciones son tentadoras, cuando se quiere.
Esto es motivo de recelo, algo de antipatía y hasta un poco de envidia para quienes estamos solteros: parece que más bien nos cagó una paloma en vez de ser flechados por Cupido. Conforme llega septiembre, nos vamos dando cuenta que estos planes no están hechos para nosotros. No porque no queramos, sino porque lastimosamente no hay con quién (como decimos ya con cierta resignación) celebrar un Amor y Amistad en un jacuzzi con pétalos de rosa, brindando con espumante del supermercado D1 y listos para las artes amatorias.
Soltero, sin compromiso
Aquí quiero hacer una claridad: con solteros me refiero a los que estamos en esa fase voluntaria en la asumimos la pérdida de ese otro que fue significativo en algún momento y empezamos el "reencuentro" con nosotros mismos; ya más aplomados le apostamos a la reincidencia (es decir, queremos una nueva pareja); ya hemos afinado mejor el ojo y la puntería, por lo que no nos sirve cualquier persona (no sé a ustedes; pero por lo menos no a mi).
Los que llevamos algún tiempo solteros ya hemos pasado por distintas etapas: el aislamiento puro y duro; la de entrar al ruedo de las redes de búsqueda de pareja -verbigracia, el inservible Tinder (lamento insistir: sí es inservible); la de la fiesta y la sociabilidad intensa; encontrar una que otra persona random para pasar el "desparche" (ese tiempo muerto y aburrido, donde uno no se halla). Hasta que nos cansamos de esa agotadora dinámica, por fin logramos cierta claridad en la cabeza y en el corazón y le decimos al Universo: gimme some lovin'!
Me ha sorprendido la cantidad de personas que hemos llegado a esa conclusión, a la de querer un amor de verdad, y ahora apelamos a lo que en inglés se le dice "Back to Basics": regresar a lo orgánico, al verse en vivo y en directo, al delicioso coqueteo de frente y a la atracción, como ocurría antes de la vida moderna. A lo básico -pero no lo simple- en el acercamiento entre dos personas que quieren enamorarse de nuevo. En lo que el escritor Julio Cortázar sugería como "el encuentro de dos soledades".
La magia de la "Maglia Rosa"
Ese reincidir en el amor que muchos queremos también implica que tendremos que pedalear de nuevo por una nueva relación, tal como hicimos en el pasado. No hay manera de saber si tendremos que escalar "cuesta arriba" o si será un camino fácil de recorrer y sin baches.
Esto sería algo que quisiera llamar como el "Giro d'Italia" emocional, que es el paso por las etapas en las cuales todos hemos estado:
Hemos empezado pedaleando desde abajo (bajos estándares de parejas, bajos instintos, bajas expectativas; los llamados "arrocitos en bajo"). Vamos subiendo la empinada loma (con relativas mejoras, pero todavía haciendo un tremendo esfuerzo para darle a relaciones que todavía no ven ninguna meta). Hasta que, con un esfuerzo casi sobrehumano, logramos coronar, alzamos los brazos victoriosos y subimos al podio, para finalmente vestirnos con la mágica "Maglia Rosa" del amortt.
Lo innegociable
En una entrada anterior ya había expuesto los bemoles de estar soltero y lo que implica esto en los tiempos que corren. Pero a propósito del Día del Amor y Amistad he encontrado nuevas e interesantes reflexiones, que no necesariamente tienen que ver con la premura de conseguir pareja y buscar compañía a como dé lugar, para compartir una noche loca:
Sin ánimo de caer en lugares comunes, y pecar por parecerse a Walter Riso o intentar ser como Paulo Coelho, creo que por encima de todas las cosas el mejor estado -mejor aún que estar enamorado- es cuando uno está tranquilo -verdaderamente tranquilo. (No como cuando uno dice "estoy fresco, súper relajado", y en realidad se está sintiendo como un c...).
Con tranquilo me refiero a, por ejemplo, cuando uno puede dormir la noche completa sin sobresaltos, ni angustia ni llanto en la mitad de la noche; a cuando uno está en cualquier sitio (en una fiesta, en el banco, en un trancón) sin ese "raye" que tiene en la cabeza y el dolorcito en el corazón; en donde sabe que puede -y quiere- estar solo, verdaderamente relajado. Esa es la gran ganancia; de hecho, ese es lo mejor que le puede pasar a uno, lejos.
Aunque suene fácil, no es una conclusión sencilla. De hecho, me sorprendí a mi misma cuando le dije esto a una persona que conocí recientemente que se acaba de separar. Con cierta claridad que ahora tengo, me atreví a darle consejos de cómo sobrellevar esa lucha personal: si no quiere salir, no salga, no se meta en rollos con personas que no corresponden; si se quiere quedar con su perro en la casa, fresco; no evite sentir dolor y confusión, son inevitables; entréguese a lo que realmente le gusta (sin destruirse ni dañar a otros). Y, por encima de todas las cosas: no se mienta a sí mismo y busque su tranquilidad.
Si puedo esbozar una moraleja, sería la siguiente:
Sea cual sea su momento en la vida, busque la tranquilidad por encima de todas las cosas. En lo particular, si hay algo en lo que tengo absoluta certeza, es que mi tranquilidad es innegociable y no la pongo a riesgo por nadie ni por nada.
(Lo invito a que haga lo mismo. Después me da las gracias por el consejo).
Y bueno, el Día del Amor y Amistad también puede servir para saber que antes de entregarse al amor, hay que encontrar la tranquilidad propia. Puedo asegurar que la cama en forma de corazón resiste más un encuentro de dos personas que llegaron a la cumbre para ponerse la "Maglia Rosa" y dedicarse a las mieles del amortt.
Difícil decisión para el Día del Amor y la Amistad |
Soltero, sin compromiso
Aquí quiero hacer una claridad: con solteros me refiero a los que estamos en esa fase voluntaria en la asumimos la pérdida de ese otro que fue significativo en algún momento y empezamos el "reencuentro" con nosotros mismos; ya más aplomados le apostamos a la reincidencia (es decir, queremos una nueva pareja); ya hemos afinado mejor el ojo y la puntería, por lo que no nos sirve cualquier persona (no sé a ustedes; pero por lo menos no a mi).
Los que llevamos algún tiempo solteros ya hemos pasado por distintas etapas: el aislamiento puro y duro; la de entrar al ruedo de las redes de búsqueda de pareja -verbigracia, el inservible Tinder (lamento insistir: sí es inservible); la de la fiesta y la sociabilidad intensa; encontrar una que otra persona random para pasar el "desparche" (ese tiempo muerto y aburrido, donde uno no se halla). Hasta que nos cansamos de esa agotadora dinámica, por fin logramos cierta claridad en la cabeza y en el corazón y le decimos al Universo: gimme some lovin'!
Me ha sorprendido la cantidad de personas que hemos llegado a esa conclusión, a la de querer un amor de verdad, y ahora apelamos a lo que en inglés se le dice "Back to Basics": regresar a lo orgánico, al verse en vivo y en directo, al delicioso coqueteo de frente y a la atracción, como ocurría antes de la vida moderna. A lo básico -pero no lo simple- en el acercamiento entre dos personas que quieren enamorarse de nuevo. En lo que el escritor Julio Cortázar sugería como "el encuentro de dos soledades".
El (literal y metafóricamente) enorme escritor franco-argentino Julio Cortázar |
La magia de la "Maglia Rosa"
Ese reincidir en el amor que muchos queremos también implica que tendremos que pedalear de nuevo por una nueva relación, tal como hicimos en el pasado. No hay manera de saber si tendremos que escalar "cuesta arriba" o si será un camino fácil de recorrer y sin baches.
Esto sería algo que quisiera llamar como el "Giro d'Italia" emocional, que es el paso por las etapas en las cuales todos hemos estado:
Hemos empezado pedaleando desde abajo (bajos estándares de parejas, bajos instintos, bajas expectativas; los llamados "arrocitos en bajo"). Vamos subiendo la empinada loma (con relativas mejoras, pero todavía haciendo un tremendo esfuerzo para darle a relaciones que todavía no ven ninguna meta). Hasta que, con un esfuerzo casi sobrehumano, logramos coronar, alzamos los brazos victoriosos y subimos al podio, para finalmente vestirnos con la mágica "Maglia Rosa" del amortt.
Rota este"NairoMan" de la suerte, para que nunca pierdas la "Maglia Rosa" y el amortt (Mayo de 2017 - Foto: AFP) |
Lo innegociable
En una entrada anterior ya había expuesto los bemoles de estar soltero y lo que implica esto en los tiempos que corren. Pero a propósito del Día del Amor y Amistad he encontrado nuevas e interesantes reflexiones, que no necesariamente tienen que ver con la premura de conseguir pareja y buscar compañía a como dé lugar, para compartir una noche loca:
Sin ánimo de caer en lugares comunes, y pecar por parecerse a Walter Riso o intentar ser como Paulo Coelho, creo que por encima de todas las cosas el mejor estado -mejor aún que estar enamorado- es cuando uno está tranquilo -verdaderamente tranquilo. (No como cuando uno dice "estoy fresco, súper relajado", y en realidad se está sintiendo como un c...).
Con tranquilo me refiero a, por ejemplo, cuando uno puede dormir la noche completa sin sobresaltos, ni angustia ni llanto en la mitad de la noche; a cuando uno está en cualquier sitio (en una fiesta, en el banco, en un trancón) sin ese "raye" que tiene en la cabeza y el dolorcito en el corazón; en donde sabe que puede -y quiere- estar solo, verdaderamente relajado. Esa es la gran ganancia; de hecho, ese es lo mejor que le puede pasar a uno, lejos.
Aunque suene fácil, no es una conclusión sencilla. De hecho, me sorprendí a mi misma cuando le dije esto a una persona que conocí recientemente que se acaba de separar. Con cierta claridad que ahora tengo, me atreví a darle consejos de cómo sobrellevar esa lucha personal: si no quiere salir, no salga, no se meta en rollos con personas que no corresponden; si se quiere quedar con su perro en la casa, fresco; no evite sentir dolor y confusión, son inevitables; entréguese a lo que realmente le gusta (sin destruirse ni dañar a otros). Y, por encima de todas las cosas: no se mienta a sí mismo y busque su tranquilidad.
Si puedo esbozar una moraleja, sería la siguiente:
Sea cual sea su momento en la vida, busque la tranquilidad por encima de todas las cosas. En lo particular, si hay algo en lo que tengo absoluta certeza, es que mi tranquilidad es innegociable y no la pongo a riesgo por nadie ni por nada.
(Lo invito a que haga lo mismo. Después me da las gracias por el consejo).
Y bueno, el Día del Amor y Amistad también puede servir para saber que antes de entregarse al amor, hay que encontrar la tranquilidad propia. Puedo asegurar que la cama en forma de corazón resiste más un encuentro de dos personas que llegaron a la cumbre para ponerse la "Maglia Rosa" y dedicarse a las mieles del amortt.
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