jueves, 26 de noviembre de 2020

UN BUEN DÍA PARA SALIR DEL CLÓSET

 

"He visto a las mujeres 
más bellas del mundo, 
convertirse en diminutas sombras 
satisfaciendo los deseos de sus seres queridos. 

He visto a las mujeres 
más inteligentes de la vida 
haciendo añicos sus argumentos 
frente al protagonismo de sus amantes. 

He visto a mujeres con alas 
sacando lustre a los barrotes de las jaulas 
que les compran sus maridos. 
Las he visto bajarse de la luna 
para vivir en la cueva de sapo de su amado. 

Las he visto superar el hambre, 
las guerras, la muerte 
y luego caer de rodillas 
frente al beso deshonesto. 

Las vi esconder su fuerza, 
maquillar su poder, 
frenar sus éxitos, 
masticando frustraciones ajenas, 
haciéndose cargo de necesidades impropias. 

Cediendo, cediendo, cediendo tanto 
que sus cuerpos parecen 
desintegrarse, derretirse, 
desdibujarse, deshabitarse, 
estallar y recomponerse 
como un hueso 
tras el impacto de una bala. 

Las he visto, las veo, 
yo también he sido, (soy) 
presa fácil y presa difícil 
de mandatos rancios 
y amores mediocres.

Romperé el espejo 
todas las veces que haga falta 
y respetaré y esperaré paciente 
el día en que todas 
podamos vernos liberadas 
de tanta pena por nada."

- Marianela Saavedra, poetisa argentina 



No sé si muchas mujeres (y hombres) tengan claro qué es lo que se conmemora el 25 de noviembre de cada año. Algunos piensan que está ligado a las movilizaciones sociales del último año. O que es como otro "Día de la Mujer", en el que también se reciben rosas sólo porque es "nuestro día" y "somos lo más lindo de la creación".

Hoy se conmemora el Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el #25N.

Conmemoración del #25N en 2016, en el Parque Nacional de Bogotá. Foto: Lina Gómez Isaza

No muchos saben el significado de esta fecha, porque sigue siendo un problema casi invisible en la sociedad, a pesar de los dolorosos índices de abuso, agresión y feminicidios que van en crescendo. Entre febrero y octubre de 2020, en Bogotá se registraron 21.908 víctimas de violencia intrafamiliar, situación que se ha agravado por las extremas condiciones de reclusión durante la cuarentena, donde las mujeres, adolescentes y niñas están obligadas a convivir permanentemente con sus victimarios. 

Lastimosamente, para muchas de estas mujeres lograr salir del ciclo de la agresión por parte de sus parejas, a defender a sus hijos y a encontrar un lugar seguro que resguarde su integridad física, mental, emocional y moral, es una verdadera hazaña. Que les puede costar la vida, literalmente hablando.

*****

Para mi, en particular, es una de las fechas que honro con especial devoción.

Hace cuatro años, después de mucho tiempo de silencio, vergüenza, ansiedad y miedo -ante todo miedo- decidí salir del clóset.

Del clóset de la violencia intrafamiliar de la que *fui* víctima. 

Y lo digo en pasado, porque al hablar fuerte y claro sobre lo que me había pasado, contar mi testimonio y sacar fuerzas del miedo, dejé de ser víctima. 

Es una fecha muy potente para quienes hemos sido víctimas de violencia doméstica en el pasado. Pero más aún, para todas las que en este momento están leyendo estas líneas, y que no se atreven a denunciar, por miedo, por vergüenza o porque creen erróneamente que es el destino que merecen.

*****

Al igual que muchas de las mujeres que están afuera, pero calladas, fui víctima de la violencia doméstica. Por mucho tiempo y, de manera sistemática, fui abusada física, moral y emocionalmente durante seis años. En su momento, mi familia y amigos tenían la sospecha que podía estar pasando algo grave en mi casa. Y desde que lo revelé públicamente en noviembre de 2016, el apoyo que he recibido de las personas más cercanas ha sido irrestricto.

Sin embargo, sólo hasta hoy puedo contar que estuve en verdadero riesgo y pude perder la vida en más de una ocasión, por cuenta de mi ex pareja. Esos recuerdos son supremamente duros de recoger, porque implica repasar de manera detallada con la conciencia lo que quedó debajo de capas de dolor, pero que necesita salir a la luz para reparar lo que falta. 

Me hicieron esta corta entrevista en Canal Capital para contar mi testimonio.
Conmemoración del #25N de 2016, en el Parque Nacional de Bogotá

*****

Una de las cosas que agravan la situación y revictimizan a las personas una y otra vez son los juicios de valor. Muchas personas dicen -y sentencian- que la mujer está en una circunstancia de maltrato porque lo permite por tonta o por enamorada. Por conveniencia económica o social. Porque es débil. O porque, simplemente, se lo merece.

Si hay algún hombre -y también mujer- al que le vale muy poco este tema, es porque son simpatizantes (a su manera), o ven que es una conducta "normal" y casi que merecida. Como, por ejemplo, porque el hombre no sabe manejar sus celos (inducidos, quizás) por su pareja; o porque la vieja jode mucho o porque, simplemente, "no se porta bien".

Nadie sabe el infierno que está viviendo esa persona. Nadie. No es fácil salir, por más que se tenga la voluntad. Y juzgar eso sin conocimiento de causa es uno de los errores más grandes que alguien pueda hacer sobre una mujer víctima. 

A veces no es fácil irse ni tomar la decisión de aventar al maltratador. Pero cuando uno se queda callado sigue siendo víctima. Y cuando habla, deja de serlo inmediatamente. 

Lastimosamente, la respuesta institucional no es contundente para salvar a las mujeres del agravio. No hay cauciones judiciales efectivas ni eficientes, y eso las deja al borde del feminicidio, o en la tentativa. Y la cifra de 77 mujeres fallecidas a manos de su pareja dice que no estamos en el mejor camino.

En mi caso, no quise denunciar judicialmente a mi ex pareja. No era fácil por factores de tiempo ni logística. Pero sí me decidí a hablar públicamente, porque amenazar con cárcel no es suficiente. Hacer escarmiento público, porque el juicio moral y social puede ser bien efectivo en la reparación de la dignidad y fortalece a la víctima. Que todo el mundo sepa que es persona non grata, y que logre una sanción social en su trabajo, estudio y en sus espacios personales.

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Me encantaría que estas líneas alentaran a las mujeres de todas las edades y de todas las condiciones sociales para que tomaran la decisión de salir del círculo de su agresor -sea novio, prometido, esposo, compañero permanente.
 
A que entendieran que cualquier golpe, toque indebido, acto que las vulnere en su cuerpo, insulto, maltrato psicológico, moral y económico NO corresponde. Y que, de NINGUNA manera, eso es "amor".

Así que mucho ánimo, si usted es la que está en ese infierno. Yo soy la viva prueba que tomar la decisión de salir de ahí es el primer momento para tener la mejor vida posible. Puedo afirmar que todas las mujeres somos tan fuertes y berracas, que cuando nos decidimos a salir de ese "infierno en la tierra", ya estamos en el camino de la recuperación. 

Y puedo decir, cuatro años después de señalar a mi agresor, que hice lo correcto. Y dejé de ser víctima. Y hoy soy muy, muy feliz. 

NO SOMOS VÍCTIMAS DE NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS. 

SOMOS VÍCTIMAS DE NUESTRO SILENCIO.






martes, 10 de noviembre de 2020

LA ESPERANZA DE LAS POSIBILIDADES

"The battle to restore decency, defend democracy, and give everybody in this country a fair shot. That's all they're asking for, a fair shot.
...
I've always believed, many have you heard me say it, I´ve always believed we can define America in one word: possibilities. That in America everyone should be given an opportunity to go as far as their dreams and God-given ability will take them".

***

“La batalla para restaurar la decencia, defender la democracia y darle a todos en este país una oportunidad justa. Eso es todo lo que están pidiendo, una oportunidad justa.
...
Siempre lo he creído, muchos me habéis oído decirlo, siempre he creído que podemos definir América en una palabra: posibilidades. Que en Estados Unidos todo el mundo debería tener la oportunidad de llegar tan lejos como sus sueños y la capacidad que Dios les haya dado ".

- Joe Biden, en su discurso de victoria como presidente electo de Estados Unidos,

7 de noviembre, 2020



Luego de haber obtenido 74 millones de votos, en una elección histórica que marca un nuevo precedente para su país, Joe Biden se convierte en el presidente del retorno de la sensatez y los valores que estuvieron extraviados por años.

Durante los cuatro años en los que Donald Trump mancilló el poder como gobernante, Estados Unidos se sumió en una de las eras más oscuras de la historia, con sus antivalores propios. La ignorancia, la indecencia, la confusión, la desesperanza, las mentiras, el extremismo, el radicalismo, los prejuicios. Todo lo que pudiera servirle a la cabeza de una nación, con una mente que carece de toda racionalidad y cordura. 

Desde lejos, el resto del mundo veía entre asombrado y asqueado la manera en la que Trump se comportaba. Lo grave, es que su propio comportamiento indujo y dio vía libre a quienes de manera soterrada comparten sus mismos antivalores, a pequeña escala y en entornos más reducidos. La "amenaza" del racismo, la xenofobia y el odio ya no son amenazas: en muchas ocasiones son hechos comprobados y explícitos de la manera en la que el discurso del gobernante cala bien hondo entre algunas capas de ciudadanos, que se han sentido validados en su actuar extremista y violento.

"El carácter importa" 


En la declaración del triunfo de Biden, el analista político Van Jones de la cadena CNN hizo una reflexión muy profunda y sentida sobre lo que ese día significaba para quienes han tenido que vivir bajo la amenaza y el agravio: los inmigrantes, los afrodescendientes, los musulmanes, los "dreamers". En sus palabras, es un día que significa la reivindicación de sus identidades, luego de sus largos sufrimientos. Por fin, un día más fácil para vivir.

Los comentarios de Jones sobre la importancia del carácter, decir la verdad, la decencia en contra del comportamiento impropio de quien hace "bullying" y se aprovecha del poder, muestra la manera en la que la esperanza se ha necesitado desesperadamente durante estos largos cuatro años, para tener la oportunidad de un nuevo comienzo. 

La oportunidad 

domingo, 5 de abril de 2020

LOS ABRAZOS PARTIDOS

Acompáñenme a ver esta linda historia...

Hoy me pasó un cosa sorprendente, maravillosa y nostálgica al mismo tiempo. Un momento de *serendipia* y casualidad, que uno no cree que pase en estos tiempos donde todos los días parecen ser iguales.
Saliendo a hacer el paseo diario con Lulú, me encontré con Lina, una amiga muy significativa para mi, de la que me había distanciado hace unos años por cualquier razón. No vivimos cerca y yo le perdí la pista desde hace un buen tiempo. No había manera de prever que nos íbamos a encontrar en ese preciso momento, y mucho menos en un barrio prácticamente desierto.
La alegría de vernos fue tan grande, que automáticamente y sin pensarlo nos abrazamos muy fuerte, como siempre. 30 segundos después, caímos en cuenta que está totalmente prohibido tener un acercamiento físico menor a un metro de distancia por el riesgo de contagio del Coronavirus.

Al despedirnos -ya a una distancia prudente- nos disculpamos por el abrazo que nos dimos, pues nadie sabe si es portador del virus y si puede ser el foco de infección hacia otros.



Mientras le seguía el paso a Lulú en su paseo, tuve una sensación de alegría y tristeza al mismo tiempo -con lo contradictorio que eso sea:
Concluí que los seres humanos somos hechos del tacto. Que necesitamos del contacto directo para saber que la más hermosa forma de comunicación es a través de la manifestación explícita de gestos de cariño.
(Un poco cursi. Pero es así)


*****
Quienes me conocen en lo personal, saben que a mi me encanta abrazar profundamente a las personas que quiero, porque esa es mi forma de decirles cuán importantes son para mi. Darles las gracias, felicitarlos, acompañarlos en momentos difíciles lo hago con un abrazo estrecho. Transmitirles mi energía con ese intercambio de cariño.
De hecho, hay personas que recuerdan el abrazo que nos dimos en alguna ocasión. Y ese puede ser el mayor halago que pueda recibir: ser recordada por ese gesto tan mío y tan cotidiano, que hago de manera desprevenida pero con pleno afecto.
Pero también me gusta manifestar cordialidad a personas que no son tan cercanas por medio de un abrazo sincero, si la confianza da la oportunidad.

*****
Digo todo esto, porque creo que lo más duro y difícil de entender es el distanciamiento físico, por supuesto. Pero para mi, la imposibilidad de dar un abrazo a mis papás, a mis tres sobrinos, a mis hermanas, aún viviendo a menos de un kilómetro de distancia y cuando nos reuníamos diariamente a almorzar juntos.
A mi familia extensa en Pereira o en Cali. A mis amigos de la universidad; a las amistades que están en México DF, en Santiago de Chile, en Medellín, o en el barrio Pasadena de Bogotá. Incluso, a antiguos amores, a los que hoy añoro y a quienes me encantaría dar un abrazo.



Por esto, y si alguien me pregunta sobre qué es lo primero que quiero hacer al salir de todo esto, es a recomponer los "abrazos partidos" (como el título de la película argentina) que nos deja el Coronavirus.






sábado, 21 de marzo de 2020

ESTO TAMBIÉN VA A PASAR: LAS LECCIONES DESDE MI ENCIERRO

Hay circunstancias en la que uno cree que está pasando por *el* peor momento de su vida y que de esa no va a salir. Ve con amargura y tan corto de miras las posibilidades en las que está, y no ve claro el momento en el que superará ese estadio. 

Eso es muy humano, propio de nuestra fragilidad. No es sólo un producto de la idea floja del "vaso vacío/lleno/a medias", sino de una real incapacidad de saber que a la "vuelta de la vida," hay otra vida.  

Todo esto, en el escenario del temible Coronovirus -el que ha sacado todos nuestros mayores temores como especie humana, como el caer postrados en enfermedad y en riesgo vital- nos está imponiendo inéditos desafíos que sólo quienes les gusta, o que por cualquier razón, están obligados a estar encerrados entienden.

Yo sé qué es eso. Del estar reducido a un lugar, sin ser un recluso. Quiero contar por qué y qué saqué de ese episodio de mi vida. 



Hace cuatro años me sometí a un confinamiento voluntario durante un mes. Más bien, diría que semi-obligada, porque no era una situación en la que yo estuviera totalmente de acuerdo.  

A principios de abril de 2016, luego de declarar mi separación de quien fue mi esposo por seis años, permanecí semi recluida en nuestro flamante apartamento en Santiago de Chile, mientras el otrora consorte viajaba por negocios al exterior. Por un pacto de silencio que debí acatar sin muchos ánimos, no podía mantener contacto con mis pocos amigos ni con mi familia política, pues nadie en el entorno cercano podía conocer la decisión de la separación, hasta que pudiéramos hacerlo público ante nuestros conocidos. Puras insensateces propias de ex maridos narcisos.

Un mes en el que sólo contaba con la compañía amorosa de mi perro pug Bugalú. Durante los días, me dedicaba a recoger y organizar en maletas los vestigios de los dos años en los que viví en Chile y los cuatro que viví en China. Ropa, souvenirs de viajes y elementos personales que se iban conmigo a la otra vida, cuando ya terminara este episodio.

Un mes sola, sin hablar con nadie, sólo saliendo para pasear al perro, es duro.

Y aunque yo siempre he sido una persona solitaria -hija menor de una familia de cinco personas, bien "rueda suelta" (como se nos dice a las personas que estamos siempre unos centímetros aparte de nuestro núcleo)- tuve que sacar nuevas estrategias para asumir con entereza el encierro. 

Por esa razón, creo que la experiencia de ese mes sirve como entrenamiento para el confinamiento que debemos asumir para evitar la propagación del Coronovirus. Y lo importante de eso son las lecciones personales que recogí, y que quisiera ofrecerlas a manera de sencillos consejos, que ojalá puedan serle útiles a quienes lean estas líneas.


Hablando a tu corazón

Durante ese mes, que asumí como una transición entre una vida antigua y una por venir, hice varias cosas que me mantuvieron a flote. Es normal que, haber dado por terminado un matrimonio, se tome como un filo emocional que lo pone a uno en una situación muy frágil. Pero siempre hay recursos, materiales e inmateriales, que salvan la vida literal y figurativamente:

1. La conexión digital con los seres queridos, que acorta distancias, da alegrías, alivia la ansiedad y sirve de "colchón" a larga distancia. Incluso, también para discutir y poner las cosas en perspectiva. Mi sesión diaria con mis padres por Skype, que incluía videos en vivo de la sesión de almuerzo familiar, era pura felicidad.

2. La presencia de Bugalú, y de los perros en general, que a su modo simple nos enseñan a vivir el hoy y el ahora. De ese simple acto de pasear con ellos se aprende a reconocer el mundo cada minuto, del gozo que significa el poder disfrutar de cada cosa que exploran, por más cotidiana que sea. De ese *mindfulness* en el que ellos habitan, mientras los humanos estamos insertos en el *mind full*, lleno de pensamientos sin cesar, ruido mental y distracciones.

3. La esperanza de que hay un futuro diferente, a la vuelta de esa vida. La expectativa de que va a llegar una situación más favorable nos mantiene en pie, porque tenemos la ilusión de que estamos viviendo en una transición, que es un paso obligado e incómodo para llegar a un estado mejor. La esperanza de que algo diferente está por venir es lo que nos permite permanecer como civilización y lo que verdaderamente nos hace humanos. 

4. 



"Hasta ahora, has sobrevivido el 100% de tus peores días. Esto también pasará".

Esta idea es poderosa: todo pasa y todo se termina. Lo bueno y lo malo. 

Me sirvió para sobrepasar un divorcio. Asumir largos períodos de desempleo. Me ha permitido sobrellevar una dura ruptura sentimental de hace unos meses y que hoy me está ayudando a sanar el corazón, a pasos agigantados. Y ahora, sacar fuerzas de flaqueza para enfrentar lo que se viene con el encierro decretado por el gobierno colombiano para reducir al máximo el contagio del Coronavirus.

Pero para esto, la introspección es necesaria. Poner las cosas en blanco y negro, y revisar todas las gamas de grises que tiene cada circunstancia. Aquí, hago una sencilla recomendación de una terapia muy amena y agradable, que facilita la reflexión:

Tomarse unos licores, poner la música de su preferencia; y, por qué no, ponerse a bailar, que es una de las cosas que más me gusta hacer en la vida.

(Yo me tomé el bar de la casa por completo durante ese mes, debo confesar). 

Y sí, esos licores en soledad me sirvieron mucho para pensar en lo divino y lo humano. Por eso, yo recomiendo a manera de una terapia sana y entretenida, que quienes estén en pareja o solteros disfruten un momento para brindar por cualquier motivo, para disfrutar durante el encierro y motivar un encuentro.

Porque como decía George Orwell, "lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano".

5. Y, por último, quiero dejar esta idea que para mi es muy poderosa y que me permitió ponerle fin a mi encierro en marzo de 2016 y darle el arranque definitivo a una nueva vida:

"Hay que aprovechar al máximo el momento presente, para conquistar esa eternidad que anhelamos". 

- Saturnino Gutiérrez, Presbítero

*****

CODA: 

Nos deseo a todos mucha fortaleza mental. Que a pesar de estar encerrados, podamos aprovechar este tiempo precioso que tenemos como individuos para crecer como especie. 

Para aprender de una buena vez cómo nos debemos relacionar con nosotros mismos, con los otros, con los que amamos y odiamos. 

De respetar y aprender a venerar la naturaleza, que nos está dando el "patadón" que nos merecemos por abusivos. 

Y, definitivamente, de una cosa sí tenemos que estar seguros: esto va a cambiar al mundo, para siempre. Nada va a permanecer, tal como lo conocemos. 

Como escribió el Dr. Martin Luther King: 

"Estamos atrapados en una red ineludible de mutualidad, atados en una sola prenda de destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente."

Que así sea.

TRAMITOMANÍA PANDÉMICA

En su libro de ensayo, “Pa que se acabe la vaina” (Planeta, 2021), William Ospina hace un retrato fiel y, a la vez, un tanto agobiante del E...