jueves, 27 de diciembre de 2018

EL AÑO QUE VIENE, VUELVO

Al cerrar un año, siempre tenemos la tendencia a ponerlo en blanco y negro. En términos absolutos a partir de los cuales podamos decir si fue o no un buen año; si cada cosa en nuestra lista de resoluciones que vienen del año anterior, y que queremos tener y hacer con toda la determinación posible.

Pero con un análisis más profundo -a veces más feliz, a veces más doloroso-, nos damos cuenta que un año es en realidad una gran escala de grises. Un año no es tan blanco o tan negro como lo pensamos; son escalas más o menos tenues, según la vivencia, la oportunidad, la ganancia o la pérdida.

Si me lo pregunto a profundidad, mi 2018 ha estado pintado de una escala de grises: desde la oscura que llega hasta tocar el negro; hasta las gamas más claras que, casi casi, podrían acercarse al blanco. Pero lo que sí sé, a ciencia cierta, es que este año no fue nada de lo que yo esperaba.  Para lo bueno y para lo menos bueno.

El pensamiento mágico

A mi me fascinan los agüeros. Tengo una especial predilección por aplicarme y ponerme cosas a las que les tengo confianza para que transformen mi futuro. Sagradamente, cada año estreno panties (cucos o calzones) amarillos para la fortuna y la abundancia; o, dependiendo de los deseos, unos rojos por aquello de la atracción del amor. También me unto canela, me baño con jabón de Oro Poderoso, y hasta me hago un enjuague de pies a cabeza con agua de Ruda para ahuyentar las malas energías.

Cucos que incluyen rima para mejorar la suerte -
https://www.civico.com/bogota/noticias/consiga-los-cucos-amarillos-de-la-suerte-para-este-31-de-diciembre

Pero a lo que en realidad le hago la tarea y le pongo toda mi disposición es a la lista de resoluciones. Que quede bien redactada, que sea amplia, específica en las necesidades y peticiones; y que nada me falte por incluir. Que diga la cifra del salario que me merezco devengar, los sitios a los que muero por conocer, o las señas particulares del galán a conquistar.

Calvin & Hobbes sobre las resoluciones del nuevo año

Y aún a pesar de toda la fe puesta en este pensamiento mágico, nada de lo que planeé en la lista para 2018 se ha cumplido. Pero no es una queja, en ningún sentido, si se hace un balance justo.

Así que haré una mirada con espejo retrovisor a este año.

Lo más importante

La salud de todos los que amo y que me rodean.

Uno tiende a dar por sentado la salud, y el bienestar físico y mental. Pero cuando faltan, nada puede funcionar. Por eso doy infinitas gracias por la salud de mi familia, la de Lulú, la de mis amigos y la mía. Como digo siempre: cuando hay salud, todo en la vida se puede hacer.

Una de las mejores cosas de este año fue acompañar a mi mamá en su cumpleaños número 70, que celebró con una fiesta temática maravillosa sobre los años 70. Y en la misma semana, mis papás cumplieron 45 años de feliz matrimonio. Para la campaña de expectativa de la fiesta de mi mamá, hicimos este poster con todos los miembros de la familia (incluyendo a mi Lulú), tomando la imagen del disco "Sargent Pepper's Lonely Heart Club Band" de The Beatles:



Lo más difícil

Como algunos de ustedes saben, llevo un tiempo buscando reubicarme laboralmente. Desde mi regreso a Colombia en 2016 (luego de seis años repartidos en Chile y China), he encontrado serias barreras para encontrar un espacio donde pueda crecer y aportar; y que ojalá paguen bien sin tener que regalarse con 12 años de experiencia.

Como es obvio, el tema económico se golpea mucho, preocupa y genera mucha ansiedad. Y tan grave como la falta de plata, es la afectación a la autoestima: en la intensa incertidumbre de no saber qué es lo que le falta a uno, o qué le sobra, o si tiene más años o más experiencia de la que exigen.

Lo que sí trajo el 2018 es la certeza en querer estar en las comunicaciones, área que cada vez me apasiona más. Y cada vez más, siento que ese es el camino laboral a andar, y no otro. Me he sorprendido a mi misma encontrando habilidades que no conocía y he podido concluir que esto sí es lo mío. Puede ser que el descubrimiento sea tardío, pero tiene un potencial inmenso.

Lo más retador

Este año caí en cuenta de algo que me hubiera gustado poner en práctica desde hace años: mover la cabeza y nunca quedarme quieta. Si algo tuvo este 2018 fue el de estar en una constante búsqueda intelectual. En no dejar que la cabeza se ponga perezosa, mientras se aguarda ansiosamente por una esquiva oportunidad de trabajo.

Ante la incertidumbre de lo laboral, puedo decir que me exigí a mi misma mantenerme activa y en modo aprendizaje constante:

Hice un curso maravilloso de Crónica y Periodismo Narrativo de la editorial Fondo de Cultura Económica, al que le dediqué todo mi corazón, mi tiempo y mi esfuerzo. Los viernes bloqueaba la noche para poder leer junto a Lulú sobre lo mejor que se ha escrito en el género de la crónica; y los sábados me iba feliz toda la mañana a tomar clase con el maestro Sergio Ocampo. Esto me dejó varias lecciones:

Primero: retomé el hábito de la lectura, lo cual me impide aficionarme a cualquier serie de Netflix (sorry, no veo nada y tampoco me interesa), así que soy la peor compañía para ver maratones de series (no me inviten, porque ya saben cómo me pongo).

Lo segundo (que es lo más valioso de hecho) es que encontré en la escritura una verdadera vocación. La tenía guardada y sé que no la quería sacar a la luz por inseguridad y por timidez. Pero tal como dicen los escritores, "encontré mi voz", que se refiere al tono, a las ideas y a las posturas propias que se quieren plasmar en el papel. De ahí, precisamente, sale este blog: de la intención de escribir sobre lo que sea divino y pueda contarse sobre lo humano.

Y lo más sorprendente y maravilloso de todo esto, es que la crónica que escribí para la clase de Sergio ha sido premiada con el primer puesto y será publicada próximamente en el diario El Tiempo (hora de alardear). La crónica "Te Busco" es la historia de una de las 101 víctimas del Palacio de Justicia, en 1985. Sus restos fueron entregados a sus familiares en confusas circunstancias; pero por causa de la desidia institucional, desapareció y volvió a aparecer 30 años después.

El diploma que me acredita como ganadora del primer puesto del curso de Periodismo Narrativo del FCE
La orgullosa cronista en ciernes

Otro de los desafíos para vencer la pereza mental fue el de volver a estudiar. El lindo pero arduo camino de retomar lecturas, participar en clase y preparar trabajos es bien retador. Y más si uno estudia a larga distancia y tiene que lidiar con los husos horarios del Máster y de los compañeros en diferentes partes del mundo. Pero el gusto por aprender y conocer cosas nuevas siempre es sabroso, además de encontrar amigos increíbles, que se vuelven "parceros" del corazón. 

Lo agridulce

Uno de mis anhelos para 2018 era el de enamorarme de nuevo. Por eso, el 31 de diciembre de 2017 cambié mis acostumbrados cucos amarillos por unos panties rojos, pues le pedí al 2018 que me premiara con un amor del bueno.

Pues bueno, no fue tan así. 

Entre sentimientos no correspondidos, ilusiones sin manifestar y enorme falta de entendimiento hacia las nuevas formas de relacionarse psicosexosentimentalmente, el amor del 2018 deja lecciones interesantes y claves para el año que ya llega. Tomen atenta nota:

No insistir donde uno no es tenido en cuenta: cuando hay muestras explícitas de antipatía, falta de interés y distancia, no hay dónde perderse. ¡Next!

La inconstancia es la constante: la gente a la que se le puede decir "toreros", esos que aparecen por temporadas, nunca estarán interesados y no tendrán la intención de ofrecer nada más. Así que no se desgaste.

Back to basics: por favor, hagamos una brigada mundial para que las relaciones vuelvan a ser lo que eran antes. Si está interesado, llame e invite a salir; gaste plata, tiempo y esfuerzo. Esta tendencia perezosa de ciertas personas que ni siquiera son capaces de invitar un café con leche en Juan Valdez, pero que piden sin recato una foto en vestido de baño, debe eliminarse pronto. 

(Mientras escribo estas líneas, parece que el agüero está por cumplir su cometido. Ya veremos).

Lo que se viene

No hay manera de saber que traerá el 2019. Sólo sé que tengo la certeza, la tranquilidad y la alegría de saber que en el 2018 planté las semillas necesarias para que el nuevo año vea crecer esos frutos, en plena abundancia y en terreno fértil.

¡Que así sea!

jueves, 11 de octubre de 2018

#YoNOSoy____

Hoy se conmemora el Día Internacional de las Niñas, a las que celebramos hoy y cada 11 de octubre. Hay quienes se preguntan de la necesidad de instaurar un día para las niñas, pero por qué no para los niños. Una respuesta puede ser porque las niñas son los seres más delicados y frágiles que hay. Son las mujeres en potencia: las que llevan todo el peso de un género que, ante un mundo desequilibrado en muchos sentidos, tienen que buscar la manera de sobresalir, ya sea por su inteligencia, su belleza, su astucia o su fortaleza -o todas las anteriores.

Fantástica campaña de la ex primera dama Michelle Obama: Global Girls Alliance


De las niñas esperamos que se hagan lo suficientemente fuertes y capaces, para que logren competir en franca lid con sus pares hombres -o, que por lo menos, no se dejen aplastar por ellos. De algunas se espera en muchos casos, que sean "princesas": esas bellas inocentes de las que se espera nunca pierdan su ingenuidad; son tan protegidas -y hasta sobreprotegidas- para que no les pase nada, no tengan que enfrentar la vida real; y que, ojalá, nunca pisen el suelo y no bajen de su nube. De las que se anhela que en el futuro encuentren un "príncipe", que las rescate y que jamás las haga sufrir.

Pero, tal como lo veo una y otra vez en las noticias, perdemos a estas lindas princesitas a manos de lo peor de la maldad humana. Tengo la percepción que a las niñas no sólo no las estamos protegiendo lo suficiente, sino que no las incentivamos a que sean capaces de atender las señales de alerta cuando puede haber algún tipo de abuso; a que no se les deje solas ante un posible riesgo para su integridad, salud mental y física, a su propia moral y autoestima.

En esto creo

*****

Hace pocos días, se difundió escasamente la información de una niña de 11 años en la Costa Caribe colombiana, Génesis, a la que abusaron, torturaron y asesinaron. Las razones no son claras y el objetivo no parece identificarse: ¿por qué hay una maldad desbordada, que es capaz de ensañarse con una niña -con las niñas en particular? ¿Por qué vemos, una y otra vez, que las niñas son las víctimas más comunes, a las que se les ataca con tanta frialdad y alevosía?

Y la única respuesta que dimos ante esta atrocidad:

#YoSoyGénesis

Un caso muy similar ocurrió en diciembre de 2016, que estremeció a la sociedad bogotana: el de la violación y asesinato de la niña Yuliana Samboní, a manos de un arquitecto miembro de una familia muy reconocida.

(Aquí no entraré en detalles, porque el caso fue muy publicitado. Y más aún, no pronunciaré el nombre del monstruo que cometió el acto, por respeto a la memoria de la niña).

Ese caso en particular me llegó hasta lo profundo del corazón. Me afectó a tal punto, que debí ausentarme de todo tipo de noticias y redes sociales, porque lo sentí muy propio y me produjo un duelo profundo. Lo sentí muy cerca, incluso geográficamente, porque vivo exactamente en la mitad desde el humilde barrio en el que vivía Yuliana y el lujoso edificio donde vivía el depredador; desde mi ventana veo el barrio Pardo Rubio y desde otro ángulo, alcanzo a ver el sector de la exclusiva zona G donde está ubicado el apartamento.

Como muchos ciudadanos indignados y tristes, visité su lugar de fallecimiento. Puse flores, prendí velas en nombre de mi familia, oré por ella y por su familia, indígenas de la región del Cauca (al sur de Colombia), desplazados por la violencia por culpa de los actores armados y que llegaron a Bogotá para buscar oportunidades -paradójicamente, para trabajar en las casas de familias ricas como las del asesino de Yuliana.

Y en redes se empezó a difundir un símbolo, como una forma de solidaridad con su memoria. Todos nos llamamos como ella, para no olvidar:

#YoSoyYuliana

*****

En el curso de estos años, tristemente vemos que han seguido miles de casos más que han afectado la vida de las niñas. Muchas de ellas ni siquiera merecen una mención y, mucho menos, un hashtag en redes sociales.Y me empecé a preguntar:

¿Para qué han servido los #YoSoy______ 
(ponga el nombre de la siguiente niña abusada/asesinada/desaparecida)

A lo que concluí: para nada. 

Es el símbolo más inútil para guardar la memoria de una víctima. No nos la devuelve, no le hace justicia. No nos identifica. 

Nosotros no somos #YoSoy ni Yuliana, ni Génesis, ni ninguna de esas niñas que pertenecen a otras condiciones sociales y económicas; que, tristemente, no tienen la atención y privilegios que tienen las niñas de ciudades, esas princesitas sobreprotegidas que tienen garantizado el cuidado de todos a su alrededor.

Sí: podemos ser solidarios con ellas, porque algunos entendemos los difíciles contextos de donde vienen las Yulianas y las Génesis. Pero un hashtag no hace nada por ellas ni por cambiar las realidades de las otras niñas en condiciones de escasez, atraso e ignorancia.

Cada vez estoy más convencida que ese ciclo vicioso puede empezar a retroceder si se le da a las niñas nuevas herramientas: que tengan las garantías plenas para estudiar, lo que les empieza a dar elementos de juicio suficientes para empezar a tomar su propio futuro. Si tienen mayor información, se puede empezar a contener la tasa de embarazos adolescentes, de violencia intrafamiliar y abuso.

(Ante esto, hay un sinfín de iniciativas poderosas, que han trabajado especialmente con las niñas, que recomiendo conocer: BeGirl, liderado por la colombiana residente en EEUU Diana Sierra; y TirandoPorColombia).

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A manera de conclusión, pensemos en las niñas que tenemos alrededor. 

Las mías, mis sobrinas Isabella (12) y Elisa (5), son dos mujeres en potencia que están creciendo con mucha gracia, inteligencia y belleza. No esperan ser princesas, porque ellas saben que tienen todas las capacidades para ser heroínas de su propia historia. Pero saben que hay niñas que no cuentan su misma historia; pero no es necesario un hashtag para recordarlas. 


























lunes, 8 de octubre de 2018

A UN AÑO DE UN SUEÑO CUMPLIDO

La definición de los sueños es tan amplia como cada uno quiera concebirla. Hay quienes sueñan fama, fortuna y poder, no importa el cómo lo logren. A muchos les hace ilusión tener una pareja, una familia, casa, carro y beca. A unos, con menos intenciones de estabilidad, hacen todo lo posible por viajar, conocer, vivir y oler nuevas experiencias. Y así: somos personas que soñamos, más que lo que podemos lograr.
Para mi, en particular, los sueños están más unidos a los sonidos. Yo sueño con poder ver en vivo a músicos, bandas y puestas en escena que he añorado oír toda la vida, y que sólo lo he logrado a través de los discos  (y, más recientemente, de la fantástica aplicación Spotify). Y sé, perfectamente, quiénes han sido los precursores de mis sueños musicales. Así que me voy a permitir, con su permiso, a contarles lo que es un sueño cumplido (un sueño musical, para ser más exactos).
Empiezo así:
Cuando tenía, más o menos, 6 o 7 años, mis papás compraron el primer equipo de sonido con sistema de CD, en San Andresito (que es la zona de ventas de mercancía al por mayor y al detal, por lo general de contrabando). Para tener algo para oír, compraron casi que al azar varios discos. Y, por alguna razón que aún no entiendo, compraron el "Joshua Tree", de U2.
Alguien que me quiso mucho me regaló la discografía completa de U2. A esa persona, un enorme gracias.
A partir de ahí yo me E NA MO RÉ de U2. Cómo bien intenso que es uno a esa edad, me "pegué" a oírlos. A tratar de entender qué era esa profundidad en las letras, a los acordes, a esos cuatro irlandeses tan extraños y hermosos; y escogí a Bono como el padre de mis hijos. (Imaginarios, cómo no).
*****
Toda mi vida he seguido a U2. Marcó mi profundo interés y gusto por el rock (cuando aún hacían rock, y del bueno). Y, gracias a ellos, a ese "Joshua Tree" que vi en octubre de 2017, canté a viva voz y que sentí con toda la energía de mi cuerpo, puedo decir que siento una fascinación por toda la música (aunque con contadas excepciones, como el vallenato. Pero ese es otra tema).
"The Joshua Tree", que considero una joya del rock y sin duda uno de mis discos favoritos
Si bien pude ver a U2 en Santiago de Chile en 2011, en la gira 360, el concierto del 8 de octubre de 2017 fue mi sueño. La diferencia es esta:
Cómo yo lo viví hoy, la gira "The Joshua Tree Tour" se centra en la música -no en estructuras espectaculares pero inútiles, como la famosa araña del 360- pero que no hay mayor atención sobre la música.
La increíble pantalla LED, muy diferente a la espectacular araña de la gira 360
Por eso, más valioso aún, la gira pasada se centra en la época de oro de U2. La época de las letras con sentido, con un mensaje contundente; de una música muy bien elaborada.
Y en el concierto de hace un año me di cuenta, a los 36 años, que lo que yo amé cuando niña seguía teniendo vigencia. Incluso, de ese sweetheart Bono, el del sombrero, sigue siendo el que patea el piso y aviva con rabia al cantar "Sunday Bloody Sunday", que esa noche me hizo desangrar el corazón con "Bad" o "Red Hill Town". Y volví a sentir la misma fascinación y magia que tuve a los 6 años.
Bono, que 30 años después, sigue siendo mi amor platónico
De camino a casa pensé en este sueño. Y concluí que los sueños sí se cumplen. No al pie de la letra de cómo uno los redacta en su corazón, pero lo importante es que se acerquen.
El mío fue 30 años después. Sí, un poco endeudada para poder comprar la boleta de cancha -obvio, yo estaba ilusionada de ver a Bono lo más cerca posible y gastarme esta vida y la otra para estar allá, para que me subiera a la tarima en "Tryin' to throw your arms around the world" (que no cantaron) y poderle robar un beso (como a Carlos Vives, pero en inglés). Pero pude ir, al fin y al cabo, a brindar por ellos y gozar hasta más no poder.
Quien escribe estas líneas: una fan enamorada
No voy a decir "ahora me puedo morir tranquila". No. Voy a planear los próximos sueños musicales de los próximos 30 años. Ya éste está chuliado en mi corazón.

domingo, 30 de septiembre de 2018

EL PODER DE LA CHANCLETA

En las últimas semanas, media Colombia estaba estupefacta ante la noticia de dos niñas de 16 años que habían desaparecido en circunstancias muy extrañas. Las dos, llamadas Laura, tejieron todo un plan para escaparse de sus casas y con eso mantener en vilo a sus familias, la Policía Nacional y a los ciudadanos que estuvimos aterrados mientras esto sucedía.

No sé si se me permita hablar sobre el caso de las niñas Lauras, su desaparición y el *feliz* desenlace de la historia. Pero igual, lo voy a hacer, así no sea mamá (que se supone es el único título que le permite a uno hablar con propiedad sobre las niñas, niños y adolescentes).

Las niñas Lauras - Créditos LaFm.com (https://goo.gl/images/7q7Faf)

En las redes sociales había toda clase de comentarios: hay unos muy chistosos, que proclaman "el poder de la chancleta" y el castigo ejemplarizante hacia estas dos niñas por su falta de inteligencia y desconsideración hacia sus padres y autoridades; otros que ponen en tela de juicio lo que puede estar pasando al interior de sus casas, en donde se insinúa que puede haber algún tipo de maltrato o abuso; y  otros, que defienden a cómo dé lugar la libertad de expresión de las niñas y de cómo sus padres deben acercarse con amor y comprensión ante lo que hicieron.

Metida en "camisa de 11 varas", diré lo siguiente:

Todos aquí pasamos por esa absurda etapa que es la adolescencia. Todos hicimos embarradas; le hablamos mal a los papás (o personas mayores); nos emborrachamos; arriesgamos las calificaciones en el colegio; nos levantamos en contra de la autoridad. Todos fuimos "teens anarquistas" a nuestra manera, más o menos grave.

A mi, en lo particular, sí me dieron chancleta. Y no se me olvida. Y SÍ: me sirvió. Que el castigo físico está sobrevalorado, sin duda. Pero como yo creo (y mucha gente también lo piensa para sí misma), una chancleta dada a tiempo es efectiva, porque NUNCA se olvida. No por eso, tengo resentimientos hacia mis papás ni creo que hayan abusado de mi en ningún sentido (un saludo a mi mamá, si me estás leyendo!)

Al que lo niegue, le va un chancletazo


*****

OJO: no estoy haciendo una apología del abuso físico a niñas, niños y adolescentes. Para mi ese tema en particular es muy delicado, y no se puede minimizar ni caricaturizar. 

De hecho, frente a los casos presuntos o explícitos de abuso físico, sexual o emocional que puedan sufrir las niñas, niños y adolescentes, hay muchas instituciones públicas y privadas que pueden atender sus casos; y hacer un proceso de restitución de derechos, para que no sigan exponiéndose a ese ambiente hostil. Es decir, hay canales de atención que pueden atender estos casos, sin que la solución sea escaparse a Guatapé (Antioquia), porque sí.

Pero con respecto a las niñas Lauras -y en general a los adolescentes insufribles- es que es muy diferente lo que nos tocó a los nacidos en los '70 y en los '80: no había acceso a la información y no había tantos estímulos externos tan agresivos. 

Que en 2018 haya una cadena de WhatsApp en Japón denominada Momo a la que uno acceda para que le den órdenes macabras y lo inciten a volarse de la casa, para asustar a sus familiares y movilizar a la fuerza pública, no tiene perdón.

El pasado jueves oí a la mamá de una de las niñas en Blu Radio y aún estaba muy nerviosa, a pesar que ya había hablado con su hija. Pude imaginarme la angustia indescriptible que puede sentir una persona cuando no tiene ni la más mínima idea qué pasa y se imagina el peor escenario posible, para darse una mínima respuesta a la incertidumbre.

Entonces yo me pregunto: ¿ante esa absurda y terrorífica misión de esta niñas, qué hay que hacer? ¿Una charla motivacional es suficiente? ¿Un "mi vida, qué más te hace falta en la vida para que te largues 300 kms, y me dejes con esta desesperación tan hp"? ¿El amor y la atención que no te hemos dado tus familiares y amigos, lo vas a encontrar en una cadena de WhatsApp?

Yo no pretendo sugerirle a los papás cómo educar a sus niños (ni siquiera puedo hacerlo con mis sobrinos), pero sí hacer un replanteamiento de qué tan efectiva es la metodología de la charla motivacional y la alta tolerancia ante la "libre personalidad" de unos niños que tienen un acceso súper amplio y sin restricciones de información; y que con eso son capaces de dominar a sus papás, y hasta de poner a la fuerza pública a buscarlas.

Como dice mi hermana Valeria: no pensemos en qué mundo le estamos dejando a nuestros hijos; sino qué hijos le estamos dejando a este mundo.

domingo, 16 de septiembre de 2018

REGALOS DE AMOR Y AMISTAD: UNA MAGLIA ROSA Y TRANQUILIDAD

Mientras escribo estas líneas, debe haber un sinnúmero de parejas que este fin de semana celebran una de las fechas más apetecidas en el calendario: el Día del Amor y la Amistad -que es, algo así, como un remedo del San Valentín gringo, pero a la usanza criolla. Con el impulso del comercio, se expande la venta de rosas tipo exportación, promociones de vino y chocolates, invitaciones a cenas, juguetes para el deseo; y, como no, una celebración íntima en una suite en un hotel de lujo -si es de los que puede gastar champaña y spa- o una suite en un motel con cama vibratoria en forma de corazón (eso me han contado, no me consta), espumante barato y jacuzzi incorporado. Todas las opciones son tentadoras, cuando se quiere.

Difícil decisión para el Día del Amor y la Amistad
Esto es motivo de recelo, algo de antipatía y hasta un poco de envidia para quienes estamos solteros: parece que más bien nos cagó una paloma en vez de ser flechados por Cupido. Conforme llega septiembre, nos vamos dando cuenta que estos planes no están hechos para nosotros. No porque no queramos, sino porque lastimosamente no hay con quién (como decimos ya con cierta resignación) celebrar un Amor y Amistad en un jacuzzi con pétalos de rosa, brindando con espumante del supermercado D1 y listos para las artes amatorias.


Soltero, sin compromiso

Aquí quiero hacer una claridad: con solteros me refiero a los que estamos en esa fase voluntaria en la asumimos la pérdida de ese otro que fue significativo en algún momento y empezamos el "reencuentro" con nosotros mismos; ya más aplomados le apostamos a la reincidencia (es decir, queremos una nueva pareja); ya hemos afinado mejor el ojo y la puntería, por lo que no nos sirve cualquier persona (no sé a ustedes; pero por lo menos no a mi).

Los que llevamos algún tiempo solteros ya hemos pasado por distintas etapas: el aislamiento puro y duro; la de entrar al ruedo de las redes de búsqueda de pareja -verbigracia, el inservible Tinder (lamento insistir: sí es inservible); la de la fiesta y la sociabilidad intensa; encontrar una que otra persona random para pasar el "desparche" (ese tiempo muerto y aburrido, donde uno no se halla). Hasta que nos cansamos de esa agotadora dinámica, por fin logramos cierta claridad en la cabeza y en el corazón y le decimos al Universo: gimme some lovin'!

Me ha sorprendido la cantidad de personas que hemos llegado a esa conclusión, a la de querer un amor de verdad, y ahora apelamos a lo que en inglés se le dice "Back to Basics": regresar a lo orgánico, al verse en vivo y en directo, al delicioso coqueteo de frente y a la atracción, como ocurría antes de la vida moderna. A lo básico -pero no lo simple- en el acercamiento entre dos personas que quieren enamorarse de nuevo. En lo que el escritor Julio Cortázar sugería como "el encuentro de dos soledades".

El (literal y metafóricamente) enorme escritor franco-argentino Julio Cortázar


La magia de la "Maglia Rosa"

Ese reincidir en el amor que muchos queremos también implica que tendremos que pedalear de nuevo por una nueva relación, tal como hicimos en el pasado. No hay manera de saber si tendremos que escalar "cuesta arriba" o si será un camino fácil de recorrer y sin baches.

Esto sería algo que quisiera llamar como el "Giro d'Italia" emocional, que es el paso por las etapas en las cuales todos hemos estado:

Hemos empezado pedaleando desde abajo (bajos estándares de parejas, bajos instintos, bajas expectativas; los llamados "arrocitos en bajo"). Vamos subiendo la empinada loma (con relativas mejoras, pero todavía haciendo un tremendo esfuerzo para darle a relaciones que todavía no ven ninguna meta). Hasta que, con un esfuerzo casi sobrehumano, logramos coronar, alzamos los brazos victoriosos y subimos al podio, para finalmente vestirnos con la mágica "Maglia Rosa" del amortt.


Rota este"NairoMan" de la suerte, para que nunca pierdas la "Maglia Rosa" y el amortt
(Mayo de 2017 - Foto: AFP)

Lo innegociable

En una entrada anterior ya había expuesto los bemoles de estar soltero y lo que implica esto en los tiempos que corren. Pero a propósito del Día del Amor y Amistad he encontrado nuevas e interesantes reflexiones, que no necesariamente tienen que ver con la premura de conseguir pareja y buscar compañía a como dé lugar, para compartir una noche loca:

Sin ánimo de caer en lugares comunes, y pecar por parecerse a Walter Riso o intentar ser como Paulo Coelho, creo que por encima de todas las cosas el mejor estado -mejor aún que estar enamorado- es cuando uno está tranquilo -verdaderamente tranquilo. (No como cuando uno dice "estoy fresco, súper relajado", y en realidad se está sintiendo como un c...).

Con tranquilo me refiero a, por ejemplo, cuando uno puede dormir la noche completa sin sobresaltos, ni angustia ni llanto en la mitad de la noche; a cuando uno está en cualquier sitio (en una fiesta, en el banco, en un trancón) sin ese "raye" que tiene en la cabeza y el dolorcito en el corazón; en donde sabe que puede -y quiere- estar solo, verdaderamente relajado. Esa es la gran ganancia; de hecho, ese es lo mejor que le puede pasar a uno, lejos.

Aunque suene fácil, no es una conclusión sencilla. De hecho, me sorprendí a mi misma cuando le dije esto a una persona que conocí recientemente que se acaba de separar. Con cierta claridad que ahora tengo, me atreví a darle consejos de cómo sobrellevar esa lucha personal:  si no quiere salir, no salga, no se meta en rollos con personas que no corresponden; si se quiere quedar con su perro en la casa, fresco; no evite sentir dolor y confusión, son inevitables; entréguese a lo que realmente le gusta (sin destruirse ni dañar a otros). Y, por encima de todas las cosas: no se mienta a sí mismo y busque su tranquilidad.

Si puedo esbozar una moraleja, sería la siguiente:

Sea cual sea su momento en la vida, busque la tranquilidad por encima de todas las cosas. En lo particular, si hay algo en lo que tengo absoluta certeza, es que mi tranquilidad es innegociable y no la pongo a riesgo por nadie ni por nada.
(Lo invito a que haga lo mismo. Después me da las gracias por el consejo).

Y bueno, el Día del Amor y Amistad también puede servir para saber que antes de entregarse al amor, hay que encontrar la tranquilidad propia. Puedo asegurar que la cama en forma de corazón resiste más un encuentro de dos personas que llegaron a la cumbre para ponerse la "Maglia Rosa" y dedicarse a las mieles del amortt. 











miércoles, 9 de mayo de 2018

37 RAZONES


       Hoy es mi cumpleaños número 37. 

       Y aquí están 37 razones que he venido reuniendo durante estos años: 


       1. Porque he encontrado en Lulú, mi hija peluda adoptada, el amor más puro, genuino e inocente. Mi propósito es darle la mejor vida posible, que se sienta amada y protegida.

       2. Porque tengo una familia amorosa, unida, solidaria y con una enorme fortaleza.

Mi familia completa

       3. Porque mis papás están sanos, vitales, y activos mental, física y socialmente.

       4. Porque después de 43 años ellos siguen juntos y son los mejores compañeros de vida. 

       5. Porque tengo dos hermanas que son mis referentes, amigas y maestras.

       6. Porque vi nacer a mis tres sobrinos, y los veo crecer con gracia, inteligencia y sensibilidad. Y he encontrado ellos un amor infinito, lleno de alegría sin fin y de aprendizaje.

       7. Porque sé que los ángeles están más cerca de lo que creemos, y la mía es mi abuela materna, que me cuida en los momentos tristes e ilumina los felices.

Mi abuela materna, Ligia Ossa de Ocampo

       8. Porque mis amigos verdaderos y entrañables me hacen muy feliz y llevadera la vida. Los adoro y los tengo siempre presentes.

       9. Porque también guardo cariño a los amigos que están lejos, a los que ya no veo, con los que ya no tengo afinidades.

Los amigos: son todos los que están, pero no están todos los que son.

      10. Porque la mejor compañía es uno mismo. Yo nunca me aburro de estar sola, nunca. Y obviamente, con Lulú, que es una gran conversadora.

       11. Porque sé que en los momentos más oscuros siempre hay una luz, así sea mínima, que no se apaga nunca.

       12. Porque ahora sé que un mal matrimonio puede ser lo mejor que me ha pasado en la vida. Y siento una enorme gratitud por eso.

       13. Porque sigo aprendiendo de las lecciones que me dejó un gran amor y del duelo cuando se acaba.

       14. Porque he cambiado muchas ideas a partir de la vida en pareja, sobre el amor, en la maternidad y el valor propio.

       15. Porque ahora soy más resiliente y sé qué es sobreponerse al dolor profundo, con gracia y esperanza.

       16. Porque sé qué es empezar de nuevo. Llegar nuevamente a tierra firme después de naufragar por mucho tiempo.

       17. Porque he podido conocer el mundo, entender culturas muy complejas, aprender un idioma muy difícil de comprender.

       18. Porque haber salido de Colombia durante seis años me permitió abrir la cabeza para espantar los prejuicios, ampliar la tolerancia, y entender otras formas de pensar y de vivir.

       19. Porque tengo el sentido de la visión, y esto no lo doy por sentado.

       20. Porque con los ojos he podido admirar la belleza del mundo y disfrutar de hábitos deliciosos como la lectura.

       21. Porque con los ojos del alma también puedo ver lo oscuro qué hay en los seres humanos.

       22. Porque encontré en la escritura un don escondido. Siempre estoy pensando en alguna historia que quisiera contar.

       23. Porque estoy encontrando una voz propia, que me alienta a escribir estas 37 razones.

       24. Porque volví a estudiar, y vuelvo a poner a funcionar la cabeza para aprender y aportar.

       25. Porque tengo la capacidad para analizar y discernir, criticar y alabar, decidir y dejar que las cosas tomen su rumbo.

       26. Porque no hay mayores herramientas que la paciencia y la constancia.

       27. Porque tengo el sentido de la audición, y esto no lo doy por sentado.

       28. Porque con el oído vivo a través de la música, para mi la mejor invención humana.

       29. Porque tengo un cuerpo que no se queda quieto, que se mueve para dar el paso y seguir adelante.  

       30. Porque puedo usar el cuerpo para bailar, abrazar y amar, y eso no lo doy por sentado.

       31. Porque he amado con alma, vida y sombrero.

       32. Porque he sido amada, y esto no lo doy por sentado.

       33. Porque ahora hago parte de todas las mujeres que sabemos que no somos víctimas de nuestras circunstancias, sino de nuestro silencio.

       34. Porque tengo una mayor sensibilidad hacia todos los que no tienen voz, como los animales.

Lulú Esperanza

       35. Porque la vida/el karma/el universo/ devuelven la bondad que se le da a otros. No necesariamente de la misma forma, pero sí de maneras misteriosas.

       36. Porque tengo una curiosidad inmensa por saber qué más viene en la vida.

       37. Porque este es un año más de vida. Y eso no lo doy por sentado.

La cumpleañera. 37, casi nadita


TRAMITOMANÍA PANDÉMICA

En su libro de ensayo, “Pa que se acabe la vaina” (Planeta, 2021), William Ospina hace un retrato fiel y, a la vez, un tanto agobiante del E...