jueves, 27 de diciembre de 2018

EL AÑO QUE VIENE, VUELVO

Al cerrar un año, siempre tenemos la tendencia a ponerlo en blanco y negro. En términos absolutos a partir de los cuales podamos decir si fue o no un buen año; si cada cosa en nuestra lista de resoluciones que vienen del año anterior, y que queremos tener y hacer con toda la determinación posible.

Pero con un análisis más profundo -a veces más feliz, a veces más doloroso-, nos damos cuenta que un año es en realidad una gran escala de grises. Un año no es tan blanco o tan negro como lo pensamos; son escalas más o menos tenues, según la vivencia, la oportunidad, la ganancia o la pérdida.

Si me lo pregunto a profundidad, mi 2018 ha estado pintado de una escala de grises: desde la oscura que llega hasta tocar el negro; hasta las gamas más claras que, casi casi, podrían acercarse al blanco. Pero lo que sí sé, a ciencia cierta, es que este año no fue nada de lo que yo esperaba.  Para lo bueno y para lo menos bueno.

El pensamiento mágico

A mi me fascinan los agüeros. Tengo una especial predilección por aplicarme y ponerme cosas a las que les tengo confianza para que transformen mi futuro. Sagradamente, cada año estreno panties (cucos o calzones) amarillos para la fortuna y la abundancia; o, dependiendo de los deseos, unos rojos por aquello de la atracción del amor. También me unto canela, me baño con jabón de Oro Poderoso, y hasta me hago un enjuague de pies a cabeza con agua de Ruda para ahuyentar las malas energías.

Cucos que incluyen rima para mejorar la suerte -
https://www.civico.com/bogota/noticias/consiga-los-cucos-amarillos-de-la-suerte-para-este-31-de-diciembre

Pero a lo que en realidad le hago la tarea y le pongo toda mi disposición es a la lista de resoluciones. Que quede bien redactada, que sea amplia, específica en las necesidades y peticiones; y que nada me falte por incluir. Que diga la cifra del salario que me merezco devengar, los sitios a los que muero por conocer, o las señas particulares del galán a conquistar.

Calvin & Hobbes sobre las resoluciones del nuevo año

Y aún a pesar de toda la fe puesta en este pensamiento mágico, nada de lo que planeé en la lista para 2018 se ha cumplido. Pero no es una queja, en ningún sentido, si se hace un balance justo.

Así que haré una mirada con espejo retrovisor a este año.

Lo más importante

La salud de todos los que amo y que me rodean.

Uno tiende a dar por sentado la salud, y el bienestar físico y mental. Pero cuando faltan, nada puede funcionar. Por eso doy infinitas gracias por la salud de mi familia, la de Lulú, la de mis amigos y la mía. Como digo siempre: cuando hay salud, todo en la vida se puede hacer.

Una de las mejores cosas de este año fue acompañar a mi mamá en su cumpleaños número 70, que celebró con una fiesta temática maravillosa sobre los años 70. Y en la misma semana, mis papás cumplieron 45 años de feliz matrimonio. Para la campaña de expectativa de la fiesta de mi mamá, hicimos este poster con todos los miembros de la familia (incluyendo a mi Lulú), tomando la imagen del disco "Sargent Pepper's Lonely Heart Club Band" de The Beatles:



Lo más difícil

Como algunos de ustedes saben, llevo un tiempo buscando reubicarme laboralmente. Desde mi regreso a Colombia en 2016 (luego de seis años repartidos en Chile y China), he encontrado serias barreras para encontrar un espacio donde pueda crecer y aportar; y que ojalá paguen bien sin tener que regalarse con 12 años de experiencia.

Como es obvio, el tema económico se golpea mucho, preocupa y genera mucha ansiedad. Y tan grave como la falta de plata, es la afectación a la autoestima: en la intensa incertidumbre de no saber qué es lo que le falta a uno, o qué le sobra, o si tiene más años o más experiencia de la que exigen.

Lo que sí trajo el 2018 es la certeza en querer estar en las comunicaciones, área que cada vez me apasiona más. Y cada vez más, siento que ese es el camino laboral a andar, y no otro. Me he sorprendido a mi misma encontrando habilidades que no conocía y he podido concluir que esto sí es lo mío. Puede ser que el descubrimiento sea tardío, pero tiene un potencial inmenso.

Lo más retador

Este año caí en cuenta de algo que me hubiera gustado poner en práctica desde hace años: mover la cabeza y nunca quedarme quieta. Si algo tuvo este 2018 fue el de estar en una constante búsqueda intelectual. En no dejar que la cabeza se ponga perezosa, mientras se aguarda ansiosamente por una esquiva oportunidad de trabajo.

Ante la incertidumbre de lo laboral, puedo decir que me exigí a mi misma mantenerme activa y en modo aprendizaje constante:

Hice un curso maravilloso de Crónica y Periodismo Narrativo de la editorial Fondo de Cultura Económica, al que le dediqué todo mi corazón, mi tiempo y mi esfuerzo. Los viernes bloqueaba la noche para poder leer junto a Lulú sobre lo mejor que se ha escrito en el género de la crónica; y los sábados me iba feliz toda la mañana a tomar clase con el maestro Sergio Ocampo. Esto me dejó varias lecciones:

Primero: retomé el hábito de la lectura, lo cual me impide aficionarme a cualquier serie de Netflix (sorry, no veo nada y tampoco me interesa), así que soy la peor compañía para ver maratones de series (no me inviten, porque ya saben cómo me pongo).

Lo segundo (que es lo más valioso de hecho) es que encontré en la escritura una verdadera vocación. La tenía guardada y sé que no la quería sacar a la luz por inseguridad y por timidez. Pero tal como dicen los escritores, "encontré mi voz", que se refiere al tono, a las ideas y a las posturas propias que se quieren plasmar en el papel. De ahí, precisamente, sale este blog: de la intención de escribir sobre lo que sea divino y pueda contarse sobre lo humano.

Y lo más sorprendente y maravilloso de todo esto, es que la crónica que escribí para la clase de Sergio ha sido premiada con el primer puesto y será publicada próximamente en el diario El Tiempo (hora de alardear). La crónica "Te Busco" es la historia de una de las 101 víctimas del Palacio de Justicia, en 1985. Sus restos fueron entregados a sus familiares en confusas circunstancias; pero por causa de la desidia institucional, desapareció y volvió a aparecer 30 años después.

El diploma que me acredita como ganadora del primer puesto del curso de Periodismo Narrativo del FCE
La orgullosa cronista en ciernes

Otro de los desafíos para vencer la pereza mental fue el de volver a estudiar. El lindo pero arduo camino de retomar lecturas, participar en clase y preparar trabajos es bien retador. Y más si uno estudia a larga distancia y tiene que lidiar con los husos horarios del Máster y de los compañeros en diferentes partes del mundo. Pero el gusto por aprender y conocer cosas nuevas siempre es sabroso, además de encontrar amigos increíbles, que se vuelven "parceros" del corazón. 

Lo agridulce

Uno de mis anhelos para 2018 era el de enamorarme de nuevo. Por eso, el 31 de diciembre de 2017 cambié mis acostumbrados cucos amarillos por unos panties rojos, pues le pedí al 2018 que me premiara con un amor del bueno.

Pues bueno, no fue tan así. 

Entre sentimientos no correspondidos, ilusiones sin manifestar y enorme falta de entendimiento hacia las nuevas formas de relacionarse psicosexosentimentalmente, el amor del 2018 deja lecciones interesantes y claves para el año que ya llega. Tomen atenta nota:

No insistir donde uno no es tenido en cuenta: cuando hay muestras explícitas de antipatía, falta de interés y distancia, no hay dónde perderse. ¡Next!

La inconstancia es la constante: la gente a la que se le puede decir "toreros", esos que aparecen por temporadas, nunca estarán interesados y no tendrán la intención de ofrecer nada más. Así que no se desgaste.

Back to basics: por favor, hagamos una brigada mundial para que las relaciones vuelvan a ser lo que eran antes. Si está interesado, llame e invite a salir; gaste plata, tiempo y esfuerzo. Esta tendencia perezosa de ciertas personas que ni siquiera son capaces de invitar un café con leche en Juan Valdez, pero que piden sin recato una foto en vestido de baño, debe eliminarse pronto. 

(Mientras escribo estas líneas, parece que el agüero está por cumplir su cometido. Ya veremos).

Lo que se viene

No hay manera de saber que traerá el 2019. Sólo sé que tengo la certeza, la tranquilidad y la alegría de saber que en el 2018 planté las semillas necesarias para que el nuevo año vea crecer esos frutos, en plena abundancia y en terreno fértil.

¡Que así sea!

TRAMITOMANÍA PANDÉMICA

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